domingo, 28 de septiembre de 2014

Señalización en Collserola



Collserola no deja de sorprender. Siempre hay algún sendero que no hemos recorrido y que descubrimos por casualidad o bien porque otros compañeros nos lo descubren..

Un buen día tomé un sendero que había visto mil veces pero por el que nunca había decidido pasar porque siempre me pilla de regreso a casa. Es un desvío desde otro que lleva de la Creu d'Olorda a la Sargantana (los habituales de la zona sabrán de qué hablo). El sendero es largo y en descenso, una "trialera" divertida con un par de tramos muy técnicos y algunos bastante rápidos: un agradable descubrimiento que decidí volver a explorar de nuevo otro día. Esta segunda vez alargué la ruta hasta encontrar cómo llegar a La Rierada por un camino menos técnico pero igualmente estrecho y espectacular por su vegetación y porque se atraviesa varias veces una riera que llevaba es día mucha agua por las recientes lluvias. Pero a medio camino empecé a sospechar que me había metido donde no debía, estaba pasando por tramos que ya conocía por haber recorrido andando y, una sola vez, también en bici.

Efectivamente, a la salida di con "la siberia" y el puente que atraviesa la riera y el magnífico cartel que indica que está prohibido el paso de bicicletas y motos por ser una zona de protección especial. Si queremos abordar el camino por ese lado estamos avisados de la prohibición, pero cualquiera de los otros accesos, al menos los que conozco, no tienen ni el más mínimo indicio de la prohibición. Así que confiando en que no tendremos problema alguno nos podemos encontrar por casualidad con un forestal que decida que tenemos que pagar la  multa correspondiente. Desde luego podemos igualmente ganarnos una multa por ser un sendero de menos de 3 metros... pero debe quedar constancia de la deficiente señalización del parque.

De la misma manera que encontramos numerosas señales indicadoras para llevarnos a un lugar pero que al cabo de unos metros podemos fácilmente perder por venir un cruce sin señalizar ni marca de pintura. Deberes pendientes para los responsables del parque,


viernes, 19 de septiembre de 2014

Madeira

Madeira es un archipiélago portugués que se encuentra en el Atlántico, al norte de las Islas Canarias, a unos 400 kms de ellas. Tiene dos islas habitadas, Madeira y Porto Santo, y una serie de islas de menor tamaño que no están habitadas. Todas ellas son de origen volcánico, su clima es benévolo, es rica en flora y fauna endémica, tiene bellos parajes naturales que son patrimonio de la humanidad, su principal fuente de ingresos es el turismo y sus habitantes unos expertos ingenieros de túneles, canales y escaleras.

Pico Ariero cubierto por las nubes, ascendiendo al Pico Grande
Túneles para que sus carreteras puedan salvar los innumerables accidentes geográficos; canales o "levadas", que así les llaman, para transportar agua desde los diferentes barrancos, bosques y cascadas de la isla; y escaleras para superar cualquier desnivel y hecho de cualquier material: piedra, roca, madera o tierra en cualquier sendero de montaña.

Formaciones volcánicas
Su impresionante macizo central, donde se encuentran los picos más altos, es espectacular visto desde diversos puntos. Se hunde en el mar en la Punta de Sao Lourenço, un estrecho cabo con rincones en los que sólo falta encontrarse varado el barco pirata de rigor.

El senderismo es uno de los atractivos turísticos de la isla. Y sus "levadas" los principales caminos para recorrer. Algunas se encuentran en lugares que hacen preguntarse cómo pudieron construir a partir del siglo XVI esos canales en paredes completamente verticales, horadando túneles y en lugares que a simple vista parecen inaccesibles antes de construir los canales. Otros se encuentran en sitios mucho más amables, pero en cualquier caso la red de "levadas" recorre toda la isla desde las zonas más húmedas a las menos, siempre en ligero desnivel para que el agua fluya.

Playa de rocas en la costa norte
Recorrer las levadas es un placer; su vegetación es exuberante y no presentan dificultad alguna. El problema es que una semana de senderismo a base de recorrer "levadas" puede resultar aburrido. Por eso alcanzar sus picos más altos se convierte en la alternativa más atractiva. El Pico Ruivo, el Pico Grande y la ruta del Pico Arieiro al Ruivo son las rutas deambiente más montañero que podemos encontrar. El camino del Pico Ruivo desde Encumeada es un auténtico festival de escalones y continuos ascensos y descensos, de 22 kms ida y vuelta, con vistas al volcánico macizo entre el Pico Ruivo y el Arieiro y su sendero atravesado por túneles entre sus canales y farallones.

La ruta del Arieiro, al que se llega en coche, hasta el Ruivo, con un sendero por ambos lados del macizo que permite ir y volver por vertientes diferentes, es extraordinaria por sus canales y verticales paredes, túneles y escaleras para superar los obstáculos. El GPS pierde la señal continuamente y el track resultante es un enjambre de líneas sin sentido. A tener en cuenta la presencia infinita de escaleras y, a partir de cierta hora, la de grupos de turistas que contratan la ruta con guía en alguna de las compañías de la isla.

Desde el Pico Grande
Y por último el Pico Grande, uno de los menos conocidos de la isla y poco habitual en las guías turísticas. Desde su cima otra vez tendremos vistas al macizo central, desde otro ángulo, con el Aireiro y el Ruivo si las nubes lo permiten; y la capital Funchal hacia el sur.

Más modesta en altura y alejada del macizo que hemos recorrido se encuentra la Ponta de Sao Lourenço, donde la isla se hunde en el Atlántico y emerge de nuevo a pocos kilómetros para formar las islas e islotes que acaban dando forma al archipiélago de Madeira.

La ciudad de Funchal no ofrece mayores atractivos que su casco histórico. Parece el lugar ideal para la luna de miel y el viaje familiar, pero si buscamos otros atractivos además de los paseos por la ciudad no los encontraremos. Hay otros rincones más accesibles, localizables en cualquier guía turística y no menos interesantes... pero esa es otra historia.

La isla desde la Ponta de Sao Lourenço