martes, 26 de mayo de 2015

Coma de Vaca, Camí dels Enginyers, Núria

Rebecos en la nieve
Las montañas de Núria tienen un perfil redondeado y sin accidentes geográficos bruscos, a excepción de algunos como el Circ de Concrós o la Coma de l'Orri, o la cara Norte de Bastiments y las paredes de Nou Creus. Una vez se accede a cualquier de las cimas es fácil y evidente dirigirse a cualquier otra y recorrer por el cordal un buen tramo de la cordillera. En invierno o primeros meses de primavera ofrece un espectáculo grandioso y apetece progresar por la nieve con raquetas, crampones o como muchos otros, descender con esquís o tabla. Se domina una buena parte del territorio de Catalunya y el sur de Francia, y es especialmente frío cuando en invierno sopla el viento, que nos obligará a descender porque simple y llanamente es insoportable.

Salt del Grill
Personalmente disfruto más en las aproximaciones a las cimas que recorriéndolas. Les Gorgues del Freser por Coma de Vaca, les Gorgues de Núria, la vaguada de Coma de l'Orri, o el camino al Costabona desde la carretera de Vallter; el ascenso "directo" al Balandrau por el camino a Coma de Vaca, o por el valle del mismo nombre al Torreneules. Cualquiera de estos recorridos nos dejará un gran sabor de boca. 

La Cua de Cavall
Éste parte de Daió en pleno mes de Mayo, con unas generosas cascadas y un río Freser ensordecedor mientras ascendemos. El Valle de Coma de Vaca es una alfombra verde. Cuesta seguir por el Camí dels Enginyers después de tumbarse a reponer fuerzas frente al refugio; un paraje solitario un lunes cualquiera de Mayo, bajo un sol espléndido y con el único sonido del agua y la compañía a lo lejos de un rebeco que pace vigilante.

El Freser
El Camí dels Enginyers es siempre entretenido y espectacular, con unos pocos pasos algo aéreos y estrechos, no muy recomendable con nieve o hielo sin ir debidamente equipado, o si se posee escasa experiencia. Llamado así por que se usó para hacer los estudios pertinentes para la construcción de una presa en Coma de Vaca. La buena noticia es que no se hizo y dejó un sendero espectacular y divertido que permite disfrutar de unos imponentes rincones entre agujas y barrancos y de unas vistas amplísimas, y en algún mirador natural vertiginosas. No es raro encontrar rebecos cerca del camino, y en algún rincón podremos sorprender a alguno que se ha acercado a algún barranco a beber a poco que tengamos suerte y sobre todo si es un día sin excursionistas.

El camino nos deja en Núria, aunque es posible tomar un poco evidente desvío a la izquierda en una curva pronunciada para descender de golpe a Daió. En Núria llegaremos hasta el complejo hotelero (parece que el camino nos va a llevar a la tienda de souvernirs...) para tomar el camino a Queralbs. Éste es más cómodo, y sin pasos técnicos pero no menos bonito, diferente. En invierno se forman cascadas heladas y podemos encontrar el suelo helado también, y sin crampones habrá que dar la vuelta. Por la vertiente derecha del río va el tren cremallera; pasamos junto a la cascada de La Cua de Cavall  que en esta época salta furiosa sobre el río unos metros más abajo. La parte de Les Gorgues está llena de sorpresas, y sin darnos cuenta llegaremos al Pont de Cremal, para tomar el camino a Daió hacia el E. Entre arbustos asciende durante unos metros para bajar decididamente al punto de partida.

Desde el Camí dels Enginyers
Larga y divertida, técnica en unos tramos y tranquila en otros. Con fuertes pendientes o llanos para recuperar las fuerzas, una de las zonas más espectaculares del Valle de Núria y la comarca del Ripollés. Y es fácil disfrutar de la las marmotas y los rebecos que son numerosos y menos tímidos
de lo habitual.

Las cascadas del Freser

domingo, 24 de mayo de 2015

Por Castellar de n'Hug

Castellar de n'Hug, con el Catllarás al fondo.
El Parc Natural del Cadí, sierra prepirenaica que recorre las provincias de Lleida, Barcelona y Girona, se extiende hacia el E formando una suaves y redondeadas cimas convertidas en pistas de esquí y pasto para el ganado. Contrasta con el área occidental del parque, compuesto por las sierras de roca calcárea de Moixeró y Cadí, que forma hacia la vertiente N unas paredes abruptas que le confieren un característico e impactante relieve. Hacia el S la suave pendiente que forman estas montañas hacen fácilmente accesible sus cimas si no queremos hacerlo por las verticales canales de su cara norte.
Marmota recién levantada
Castellar de n'Hug se encuentra en la zona oriental, justo en el límite del parque y formando parte de la sierra de Montgrony. Allí se encuentran las Fonts del Llobregat, donde a partir de las cascadas y gorgues que forma el agua al descender de las cimas o aparecer súbitamente de las paredes de roca tras un viaje bajo tierra, dan vida al río más importante de Catalunya.

En el acceso a las Fonts del Llobregat hay un aparcamiento, restaurante y merendero que es el origen y final de la ruta. A primera hora de la mañana encontraremos pocos, o ningún, visitante y podremos contemplar la zona tranquilamente. Por el camino adaptado con sus paneles informativos y vallas que permiten observar las cascadas y pozas se llega al pueblo. Por una calle desde la plaza se toma el camino a los barrios de La Ribera y l'Erola, para empezar el ascenso por una loma hasta la pista. Junto a una fuente hay un sendero evidente y perfectamente señalizado a la Cova de la Tuta, y sólo hay que seguir las marcas azules que llevan hasta el Coll de La Creueta. Todo el camino discurre por los verdes prados con ausencia total de árboles, tan sólo algunas zonas de arbustos como única vegetación. Es curioso observar la ausencia total de bosque donde Castellar de n'Hug está situado; y más cuando hacia el W la montaña conserva uno espléndido y la sierra enfrente, el Catllaràs, es un manto de tonos verdes. La Gran Enciclopèdia Catalana los define como prados naturales y no he encontrado evidencia de que hubiera una tala masiva para obtener pastos en el pasado. En compañía de las marmotas recién levantadas de su letargo invernal ascendemos hacia la primera etapa de la ruta, el Coll de La Creueta, destino también de numerosos ciclistas.

Carlit
Llegados al collado se abrirá ante nosotros el paisaje hacia las montañas de la Cerdanya y el suave descenso de la sierra hacia el Valle, con las pistas de esquí de la Molina hacia el W, el Tosal de Rus, Puigllançada, Tosa d'Alp, Serra d'ENsija, Serra del Verd y asomando tímidamente el Pedraforca; y hacia el N el Carlit. El camino sigue cresteando suavemente por las diferentes cimas que se alcanzan con facilidad ya que todo el entorno es redondeado y suave sobre una alfombra verde. Siguiendo la ruta se alcanzan las cimas de La Creueta, La Pleta Roja, La Moixera y La Pedra Picada. Por aquí aparecieron súbitamente un par de corzos o ciervos que rápidamente se alejaron al darse cuenta que no estaban sólos. Las fotos no son lo bastante claras y pasaron rápido frente a mi; uno de ellos parecía más joven y el otro, al carecer de cuernos, podría ser una hembra: la madre. Desde mi ignorancia lo dejo en que eran ciervos, que no son raros en la zona. El recorrido sigue girando hacia el E, con lo que finalmente acabaremos la ruta con la compañía del Puigmal y las montañas de Núria.

Puigmal
El descenso desde el Coll del Remoló no presenta tampoco ninguna dificultad, recorriendo un tramo por una pista que se toma en el mismo collado. Luego por Can Torre se llega al GR que pasará por la ermita de Sant Joan de Cornudell, cerca ya de Castellar de n'Hug. Sólo hay que seguir las marcas del GR, y cruzar la carretera, para llegar al pueblo y bajar de nuevo hasta Les Fonts para acabar la ruta en el punto de inicio.

El Puigmal desde la Pedra Picada

domingo, 10 de mayo de 2015

Pedraforca


Tercera ascensión al Pedraforca, la primera desde Gósol. Y a la tercera he visto que prefiero ese lado que el más habitual desde el refugio. De todas maneras parece que la hicimos al revés, ya que parece más normal ascender por la canal del Verd que descender por allí.

Desde Gòsol tomamos el PR123 justo ala enrada del pueblo, que lleva hacia la "tartera" del Pedraforca. Ascenderemos por la "tartera" o canchal de Gósol, con estupendas vistas sobre el pueblo, la sierra del Verd y Rasos de Peguera. El ascenso por el bosque es decidido y se ganan metros rápidamente.


Se sale a un claro desde el que veremos la vertiente de poniente del Pedra y el camino por el que se asciende. Sólo hay que seguir las marcas para llegar al collado y desde aquí iniciar el ascenso a la cima del Pollegó Superior. La llegada a la cima desde aquí queda un poco desvirtuada porque es muy sencilla; hay que trepar muy poco y sin ninguna dificultad. Las nubes cubrían además la cima y no tuvimos vistas de ningún tipo. El piolet que hace unos años había en la cima ha desaparecido.


Descenso hacia la canal del Verd, prácticamente destrepando en todo momento y luego, en la canal vertical, el descenso más delicado y peligroso por la estrecha y vertical canal. "¿Por aquí bajáis?", "¡Más difícil todavía!", "No es nada aconsejable" son algunas de las expresiones que oímos de la gente que nos encontramos antes de llegar a ella. Desde arriba impresiona, pero una vez en ella se destrepa con relativa facilidad, siempre con mucha atención y asegurando tres puntos antes de moverse. La verdad que una vez abajo coincidimos en que no ha habido para tanto. Una vez abajo... y con un punto de adrenalina todavía, que hace que todo se vea diferente.


A partir de aquí queda el paso por un precioso rincón entre unas rocas, con el Forat de ??? incluido en el que anidan cuervos, y ya un paseo hasta Gòsol; primero con vistas a al Cadí y el Moixeró, y luego hacia el pueblo de Gósol y las sierras que lo rodean, las mismas que en la subida: Verd, Rasos de Peguera y al final asomará Ensija por por la parte oriental del valle.


Ruta difícil porque hay que descender desde la cima hacia el Verd destrepando y luego en la canal afrontar la bajada prácticamente vertical. Puede que sea mejor hacerla la ruta en el sentido de las agujas del reloj, al contrario de cómo se hizo. Alcanzar la cima será más satisfactorio al tener que hacer desde la canal hasta el final prácticamente todo el camino usando las manos.

domingo, 3 de mayo de 2015

Vilaplana, La Mussara y Avenc de la Febró.

El seguimiento de la previsión meteorológica diariamente antes de una salida es primordial para que ésta tenga éxito. El fin de semana era de lluvias, que poco a poco se fueron definiendo hacia el norte, dejando unas pocas nubes y sol hacia el sur. Así que cancelamos la ruta a Ensija y nos vamos a la sierra de Prades, cerca de Tarragona. Y con un día espectacular comenzamos a andar, quedando demostrado que la mayoría de veces las previsiones son certeras, y más si se consultan varias fuentes.

La Mussara
Punto de partida: Vilaplana. En la comarca del Baix Camp y a los pies de la sierra de La Mussara, en las montañas de Prades. Luce un sol espléndido pero hace viento. Tras atravesar el pueblo ascendemos suavemente entre el bosque de pinos que de vez en cuando deja ver el llano entre la sierra y el mar, con un aspecto todo muy mediterráneo. Al alcanzar los riscos el camino se empina y el ascenso se hace más lento. pero ganamos metros fácilmente. Al final de la ascensión nos espera La Mussara, el pueblo abandonado al borde mismo del precipicio. Detrás de él los promontorios de la sierra cubiertos de bosque y hacia el SE el mar y las sierras costaneras; incluso se adivina el Delta del Ebro entre la neblina. El día no es del todo claro. Y a ambos lados, de E a W, los peñascos verticales que miran majestuosos hacia el mar.

Cerca de La Mussara
Nos dirigimos hacia la carretera de Prades junto al refugio de La Mussara para cruzarla y tomar el GR que nos llevará hasta las cercanías de La Febró. El sendero al otro lado de la carretera pronto se convierte en una pista que tenemos que seguir hasta que damos con el PR, por el cual giramos para atravesar el Bosc de l'Avelló. Lo abandonamos sólo para desviarnos unos metros y ascender un saliente rocoso que nos permite ver por encima del bosque las cercanas planicies poco más altas hacia el Este. Y en dirección contraria unas caprichosas rocas forman unos bonitos riscos que culminan en La Foradada. Volvemos al camino después de unas fotos.

La entrada a la cueva
Al cabo de pocos minutos la pista se convierte en un sendero que atraviesa el Bosc del Panxó en ligero descenso para llegar hasta la pista que lleva al pequeño pueblo de La Febró. La dejamos al llegar junto a una balsa de agua para ascender siguiendo de nuevo las marcas del PR. En pocos metros abandonamos de nuevo la pista al desviarnos por un sendero hasta los Avencs de La Febró. Este bonito camino nos conduce entre el bosque sobre un risco con un par de miradores hacia Lo Barranc del Mas d'en Panxó, que en cualquier caso queda cubierto por el bosque y sólo es visible la vaguada que forma. Y en pocos metros llegamos a l'Avenc, puede que el punto culminante y más especial, donde pasaremos más rato.

Vistas durante el descenso.
El Avenc de la Febró es una grieta abierta en la rocosa cresta de unos peñascos. Tiene una longitud de unos 250 metros, entre 25 y 30 metros de profundidad y una anchura de 6 a 8 metros. La entrada al avenc por un extremo no presenta dificultades, tan sólo es necesario en algún escalón usar las manos pero no es ni complicado, ni expuesto, ni exigente. No hay problema para acceder incluso con niños. En uno de los lados de la grieta, bajo una balma, una cavidad en la pared, hay una cueva. Con un
espacioso interior y una gran estalagmita en medio. Es necesario acceder con frontales o linternas ya que en el interior reina la más absoluta oscuridad. La cueva estaba en el pasado repleta de estalactitas y estalagmitas pero fueron arrancadas para que el empresario Macià Vilà decorara su caserón de Reus a mediadios del siglo XIX. Sirvió como refugio de contrabandistas y bandoleros e incluso se cuenta que el general Prim, amigo por cierto de Macià Vilà, se escondió en ella. Cuando iluminamso el techo con los frontales se iluminan infinidad de puntos que parece estrellas en un cielo completamente oscuro; son las gotas de agua que se forman en el techo de la cueva.

Para salir del avenc lo hacemos por el otro extremo, por un paso equipado con peldaños clavados en la roca y un cable de acero en la parte final del recorrido. No tiene dificultad pero la ligera inclinación hacia atrás de la pared y el último paso lateral puede echar hacia atrás a más de uno.
En la grieta

Salida por el paso equipado
Ahora seguimos el camino hacia la Mussara para ir a buscar el de los Garrigots a Vilaplana. Al llegar a la carretera de Prades nos hacemos un lío ya que el sendero se pierde al otro lado de la carretera y nos cuesta encontrarlo. Lo más sencillo es ir de nuevo a la Mussara y tomarlo junto a la balsa hacia el O. Descendemos por sendero pasando por el Grau Roig con excelentes vistas; el día ha quedado todavía más claro y podemos ver el puerto de Tarragona, Salou, Reus y Vilaplana entre los verdes bosques y cultivos mediterráneos con el fondo azul que el mar ofrece.


Sencilla ruta sin ninguna complicación y por caminos bien marcados (nosotros nos pasamos de largo las marcas un par de veces, tanto "cascar" y tanta risa ).









Los Picapiedra


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Había hecho la promesa cuando era muy jovencito, sin pensarlo demasiado, con la inconsciencia de la adolescencia: el día que cumpliera los años que hoy cumplía cargaría con su bicicleta y recorrería el mundo en busca de aventura, emociones. Ya en esa época disfrutaba con su bicicleta de paseo por los caminos que encontraba. No existían ni mountain bikes ni ningún otro artilugio que se pareciera; las bicicletas era de carretera o de paseo, éstas últimas con ruedas grandes o bien plegables con ruedas pequeñas, las típicas behache. Por algún motivo que no lograba alcanzar aquella promesa había permanecido siempre rondando en su mente, y a medida que ese cumpleaños se acercaba sentía la necesidad de cumplirla. Así que, casi sin darse cuenta, se vio preparando el viaje.

Su recorrido le llevó por los 5 continentes en un largo periplo por el que pasó grandes momentos pero también muchas dificultades: frío, calor, sequías, lluvias, nieve, arena, rocas, guerras, hambrunas, desastres... De todo aprendió y todo le cambió. Disfrutó de sus nuevas amistades y también se dio cuenta de que no todo el mundo puede serlo. Hubo entre todas sus vivencias una que destacó y le llamó más la atención. No fue la más extrema de las vividas pero sí la más anecdótica.

Era un hermoso país, una península soleada con grandes llanuras, cadenas montañosas y 3 mares con diferentes personalidades. El país respiraba progreso y bienestar, con sus trenes de alta velocidad y sus autopistas algunas de ellas incluso gratuitas; excelentes carreteras nacionales y buenas comarcales. Los múltiples gobiernos en diferentes zonas distribuían la riqueza y los recursos de manera justa y la población era feliz y llenaba los bares y las playas. Rodando con su bicicleta por este país es como se dió cuenta que las señales de stop o ceda el paso eran raramente respetadas. Si un vehículo, del tamaño que fuera, se incorporaba a una autopista no respetaba la señal y se incorporaba aunque el coche que circuilara ya en ella no pudiera cambiar de carril por estar ocupado; lo mismo pasaba en rotondas y carreteras. En los stop los vehículos no se detenían del todo, y al salir del cruce parecía que ni siquiera intentaban acelerar para adaptarse a la velocidad del resto. Ni mencionar los pasos de peatones, a veces meros decorados en el negro asfalto.

Éste comportamiento le extrañó mucho. - Ni que tuvieran que empujarlos para volver a ponerlos en marcha... -. El número de vehículos que no se detenía era muy alto. Lo comentó con otros ciclistas, pero ninguno quería ni siquiera opinar sobre le tema. Cuando lo mencionaba con otras personas con las que coincidía tampoco obtenía respuesta, ni siquiera una triste opinión; todo el mundo miraba hacia otro lado. Pero un buen día decidió prestar más atención al fenómeno y fotografiar, para su álbum, esta curiosa práctica. Fue entonces cuando, mirando detenidamente las fotos mientras retocaba alguna, se dio cuenta de que la mayoría de vehículos, por no decir todos, mostraban una sombra sombra bajo la carrocería. Acercó los ojos, ceño fruncido, a la pantalla buscando el motivo de aquel detalls, y entonces se dio cuenta. ¡¡Eran pies!! ¡Pies en movimiento! Y coincidía con una disimulada expresión de esfuerzo en la cara de los conductores y acompañantes, cuando los habían, ya que también ellos llevaban los pies fuera. - ¿Pero esto que és? - se preguntó realmente extrañado por el descubrimiento. Daba igual que se tratara de un coche, un camión o un autobús, siempre asomaban los pies del conductor y pasajeros bajo la carrocería.

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Descapotable
Con semejante reportaje gráfico ya pocos podían mirar hacia otro lado cuando él quería sacar el tema a colación. Así que finalmente pudo realmente descubir el secreto del país en el que vivía. Debido a la última crisis que lo había asolado dejando a más de media población sin trabajo, a los dirigentes políticos que habían literalmente saqueado las arcas públicas y a los consejos de administración de los grandes bancos, la población se había quedado en la ruina. Para que los grandes organismos financieros europeos no tomaran al asalto el país privándolo de su soberanía, ni los inversores huyeran despavoridos ante la situación, en una gran operación publicitaria secreta los nuevos dirigentes del país decidieron dismular el estado caótico en el que se encontraba la nación. Sus habitantes siguieron al pie de la letra las indicaciones y mantuvieron un ficticio nivel de vida para que las diferentes troikas siguieran ofreciendo crédito, que a su vez el país tenía que devolver con intereses. Así las cosas, salir de esta situación era cada vez más difíl y se había convertido en un laberinto en el que ya nadie sabía como salir. Precisamente una de las ideas geniales que se habían desarrollado era la de los coches impulsados por las piernas de sus ocupantes, ya que escasamente el país podía adquierir petróleo; en apariencia eran idénticos a un coche normal, los mismos modelos, incluso emitían ruido, pero sus ocupantes estaban obligados a traccionar. La situación del país los sumía en la vergüenza, de ahí que quisieran ocultarlo. Y el miedo a perder su modo de vida les hacía obedecer las premisas del gobierno, el único con vehículos motorizados además de las fuerzas de seguridad y las estrellas del fútbol. En realidad era tanto el tiempo que llevaban así que ya habían perdido la noción, y ni siquiera sabían a ciencia cierta si estaba dando resultado la pantomima y el país progresaba; ya no sabían si era esa la realidad o bien seguían viviendo en una especia de obra de teatro en la que el público era el resto del mundo.

Camino de la frontera
Ante semejante panorama y temiendo acabar contagiado cogió su mochila, su bicicleta, se dirigió hacia la frontera y la atravesó... pedaleando.