martes, 1 de septiembre de 2015

Peña Blanca en la Sierra Ferrera

Cotiella desde la Peña Blanca
La Sierra Ferrera en Huesca es una cadena montañosa que discurre de este a oeste, entre Campo y Aínsa en los valles que forman los ríos Ésera y Cinca respectivamente. Hacia el norte se asoma al macizo del Cotiella, del que de hecho forma parte. Hacia el sur se extiende en suave descenso hacia el Valle de la Fueva. En su cota más alta unas peñas rocosas forman unos vistosos riscos grisáceos que le confieren un perfil inconfundible. A los pies de éstos los verdes prados colgados, visibles desde la distancia, contrastan con las rocas e invitan a la contemplación. Si se hace desde un sitio tranquilo, de los muchos que se forman bajo peñas, parecerá que nos estén invitando a que ascendamos y los recorramos.

La Estiba Toledo sobre la Faixa de Enmedio al fondo
Si seguimos con la mirada la silueta hacia el oeste veremos que la sierra se vuelve paulatinamente más abrupta y escarpada, las paredes se convierten en auténticos muros verticales y se forman numerosas canales. Y finalmente en su parte más occidental asciende para culminar en la señorial Peña Montañesa, su punto más elevado. Y, como recortada a propósito para dejar paso al Cinca, se desploma de repente hacia el valle, observando altiva los alrededores que alcanzan el macizo del Cotiella, el Turbón, las montañas de Ordesa, el Castillo Mayor, el valle de La Fueva, Guara, los pantanos del Mediano y el Grado...

Contemplando el valle de la Fueva
Su vertiente sur está salpicada de pueblos, pequeños y pintorescos núcleos que irradian tranquilidad a los pies de la imponente montaña. Su cara norte carece de poblaciones. En su extremo oriental Campo es la principal población, primer paso para ascender hacia el Naspún o a los pequeños pueblos de Senz y Viu. Aquí comienza la pista que conduce a Cullivert, collado que divide las vertientes oriental y occidental y que delimita la Sierra Ferrera por el norte con el singular, pedregoso y de africano aspecto Cotiella; impresionante cordillera coronada por el pico del mismo nombre de casi 3.000 mts, alejado muchos kilómetros de todos sus compañeros de altura similar.

El Turbón a la izquierda
La Sierra Ferrera es uno de esos lugares que cuando se ven por primera vez quedan en la memoria para siempre. Surge el anhelo de recorrerla algún día, de ascender a su punto culminante o a los inclinados prados sobre los riscos; de caminar junto a sus canales. Y el tiempo finalmente acaba obsequiando al obstinado excursionista ofreciéndole la oportunidad de conocer múltiples parajes de la sierra. Pueblos, barrancos, ríos y pozas, cimas, rocas, cuevas,ermitas, senderos, trialeras y pistas para recorrer en bici... y, cómo no, restaurantes y terrazas donde saborear una buena comida o una jarra de cerveza mientras no apartamos la vista para interiorizar cada rincón de esta hermosa montaña.

Grillo?
Ésta vez hemos decidido ascender a la Peña Blanca, junto al Collado del Santo, desde el pequeño núcleo de San Juan de Toledo. Ruta sencilla ya que se trata sólo de seguir la señalización del PR, pero sorprendente por los rincones que descubre y las vistas que va a ofrecer durante un recorrido que gana altura rápidamente y sin dificultad. Las marcas en San Juan son evidentes, así que seguimos el sendero hacia el este y pasamos junto a la iglesia románica de San Juan de Toledo. Siguiendo los hitos llegaremos a un barranco, con escasa agua en esta época, por el que pronto comienza el ascenso entre las rocas del torrente y el bosque de encinas. A la derecha quedará el cerro con la ermita de San Esteban en su punto más alto dominando La Fueva hacia el sur y la Sierra Ferrera hacia el norte. Las laderas y vaguadas alrededor están cubierta de un tupido manto verde que da una idea de lo frondoso de la arboleda. A medida que se gana altura el bosque se va aclarando y las panorámicas van apareciendo; las fajas rocosas al frente, todavía lejos, los llanos de la Estiba Toledo con la borda casi al borde del precipicio, la Fueva. Entre bojes y tras pasar junto a una fuente se llega a la ancha pista que conduce a la Caseta de Soma de la Estiba. Se recorre unos metros hasta encontrar el sendero a la derecha que vuelve a ascender decidido. Van apareciendo cavidades, canales y pasos estrechos y la perspectiva cercana de los riscos que coronan la sierra a medida que nos acercamos al Collado del Santo.

Llegando al collado
Sin más dificultad y después de algún estrecho paso se llega al mismo. Hasta entonces no hay vistas a la vertiente norte, y lo primero que destaca es el macizo del Cotiella, con su cima justo enfrente y la del Cotielleta al lado. El día es claro y parece que pueda tocarse con sólo extender el brazo. Su aspecto gris y sus laderas pedregosas llaman la atención; unas motas verdes empiezan a dar color a media altura, y se convierte en un manto verde más abajo cuando el bosque se adueña de la montaña. El Cotiella siempre es singular desde cualquier punto del que se mire. La panorámica desde el collado incluye el Turbón, Campanué, la Fueva, el pantano de Mediano, el cordal de la propia Sierra Ferrera, Cullivert; e incluso más allá se adivina la silueta de las montañas de Ordesa. El camino a la Peña Blanca sencillamente no existe; entre pino negro, punzantes cojines de monja o aliagas y avispas que no paran de revolotear alrededor se llega al cabo de pocos minutos a la cima de la Peña Blanca, donde unos retorcidos pinos negros rematan el peñasco. Sólo está unos metros más allá del collado, así que la panorámica varía bien poco, pero la sensación de estar en una cima, si es que se le puede llamar así, le da un poco más de valor a la ascensión.

Collado del Santo
El camino de vuelta recorre el mismo trazado que en la subida, tan sólo un pequeño despiste nos lleva unos metros por otro camino. Las adolescentes han tenido suficiente y queda para otra ocasión la visita a los llanos de la Estiba Toledo y su caseta. Las pozas de La Cabezonada, localidad a los pies de la Sierra, esperan para refrescar a los excursionistas. El sol ha hecho su trabajo durante toda la jornada, incluso con más ahínco del necesario. Ni una nube ha acudido a proporcionar algo de sombra, ni tan sólo para dar un punto de relieve a las fotografías.

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