jueves, 23 de abril de 2015

Cingles de Rupit

El medieval pueblo de Rupit se encuentra en la comarca de Osona en Barcelona, en el parque natural de Collsacabra, situado al sur de la sierra de Cabrera y los Cingles de Aiats y a un paso de la comarca de la Garrotxa. La zona es un espectáculo geológico entre bosques y pastos, paredes y barrancos. Rupit destaca con sus calles empedradas, sus casas del siglo XVI-XVII, su vacilante y tembloroso puente colgante de madera, el Salt de Sallent, los gorgs o pozas, las verticales peñas vigilantes sobre el pantano de Susqueda, las cuevas. Y por supuesto ofrece rutas de senderismo y BTT, o carretera, espléndidas.
Riera de Rupit
Éste itinerario arranca del aparcamiento situado justo a la entrada del pueblo. En el mismo momento de la partida un Ibiza lo cruza marcha atrás y sin conductor hasta que un remolque lo detiene al otro extremo: no olvidar el freno de mano. Se cruza el típico y oscilante puente de madera sobre la riera de Rupit para atravesar seguidamente el pueblo y tomar el camino al Salt de Sallent, que discurre por el margen izquierdo de la riera perfectamente señalizado. Ya en este corto tramo se encuentran bonitos rincones con algunas pozas, pequeñas cascadas y unas pocas cuevas horadadas en la roca por el efecto del agua. Algún grafitero nostálgico con gran apego a las costumbres urbanas ha cargado con el spray para dejar su firma. El camino deja en la cabecera de la cascada de Sallent, desde donde es posible asomarse, con mucha precaución, para tener vistas vertiginosas desde lo alto del recorrido de la misma hacia el fondo del risco. El camino junto a la pista conduce a un mirador desde el que se ven los alrededor de 90 metros de cascada.

L'Agullola al fondo desde el Salt de Sallent
Se sigue por el camino que conduce al Far recorriendo el perfil de los Cingles de Pujolras, Castellet y Casadavall, alternando tramos de sendero y pista. El Far quedará siempre frente a nosotros, destacando inconfundible como la proa de un barco. A nuestra derecha disfrutamos de las vistas hacia el valle y de los peñascos que se alzan verticales para acabar súbitamente en los llanos que recorremos. En el Pla de Casadavall se abandona el camino al Far para tomar un desvío por un estrecho sendero que desciende sin dificultad por el cingle homónimo. Aquí el camino se pierde a ratos por las hojas, rocas, ramas, raíces y los hoyos que dejan los jabalíes, que borran la senda y obliga a seguir los escasos hitos, tirar de orientación... o usar el GPS. Finalmente se alcanza un ancho camino que recuerda una pista en desuso desde hace tiempo; amplio pero cubierto de vegetación y piedras. Recorre la faja de los peñascos hasta que se convierte en sendero y recupera otra vez las vistas al dejar el bosque más frondoso detrás. Una roca a pocos metros del camino que sobresale como un mirador es un lugar perfecto para comer con vistas a l'Agullola justo enfrente pero todavía a unos cuantos kilómetros.

Las mejores vistas para el picnic
El sendero transcurre junto a las paredes hasta las cercanías del Sant de Sallent, desde donde asciende por el Cingle de Pujolras hasta llegar de nuevo al Salt de Sallent. Se cruza sin mayor dificultad, aunque esto dependerá del agua que lleve. El destino ahora es l'Agullola, el farallón que orgulloso destaca separado de los riscos y que se ve durante todo el recorrido. En un rincón llamado El Roquer junto al Pla de Fàbregues podremos tomar unas panorámicas fotos de la cascada y de los peñascos que hemos recorrido, y de la vaguada que forma la riera de Rupit. Continúa el itinerario por la pista que se adentra en el bosque; a pocos metros un sendero marcado con unos hitos de piedra discurre entre boj hasta llegar al precipicio frente a l'Agullola. Desde aquí la aguja todavía parece más imponente e inaccesible; de hecho no se puede llegar a ella caminando si no a través de alguna vía de escalada que debe existir. Está coronada con una cruz metálica y tiene grieta lateral cubierta por unas enormes rocas que forma una curiosa obertura.

Cinglera del Far al fondo
De vuelta a la pista camino de Rupit, vale la pena visitar la ermita de Sant Joan de Fàbregues y disfrutar de unos minutos de descanso bajo los cipreses con la única compañía de la brisa y el silencio. Otra vez un corto tramo de pista que se abandona para tomar el último sendero que asciende hasta La Palomera, otro excelente mirador, con la curiosidad de las tumbas antropomórficas esculpidas en la roca y un grabado con la imagen de Jesús en el mismo mirador. El descenso lleva a Rupit; se recorre el último tramo del pueblo sobre la vertiente derecha de la riera hasta llegar al aparcamiento.

Panorámica de Rupit con los Cingles d'Aiats al fondo
La ruta no es complicada ni tiene pasos difíciles. Únicamente el descenso por el sendero que desciende del Pla de Casadevall es algo confuso por el estado del terreno que desdibuja completamente la senda.


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